Cuando creé este blog lo compartí con una persona muy
especial e importante para mí.
Conversando sobre él e intentando sonsacarle su verdadera opinión muy
displicentemente me animó a continuar escribiendo y seguir con mi modesta
aportación al mundo de los pensamientos y la escritura. Comentamos como llegan
las ideas y a partir de qué instante u oración todo parece fluir. Entonces le
propuse que me dijera una frase inicial para el próximo pensamiento o relato.
Las siguientes propuestas nace de la frase espontánea que me regaló e inspiró en mí varios caminos que recorrer.
Ojalá alguno sea de su agrado.
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Nada puede hacer que la olvide. Sus ojos claros, su
larga melena y su sonrisa fascinaron mi infancia. Era severa y exigente pero
paciente en cada enseñanza. Aprendí cuanto exige la vida, lo solos que llegamos
a sentirnos. Castigada sin patio leyendo aquel libro fascinante supe lo buena que podía llegar a ser mi señorita. Mira siempre al horizonte y jamás agaches la mirada, me
dijo, somos lo que sentimos y nuestros actos como nos sienten. Aprendí cuan
libre debo ser cada instante.
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Nada puede hacer que la olvide. Reímos, hablamos y
nos pelamos alguna clase. Soñamos, copiamos y estudiamos entre cigarrillos,
kilos de pipas y apuntes. Maduramos entre confidencias, broncas y mucho cariño.
Un mal día se fue, lejos, donde solo llego con el corazón latiendo al atardecer,
cojeando en el camino. Pero sé que si llego su complicidad aliviará todos mis
males.
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Nada puede hacer que la olvide. Es mi sol que emerge
más allá del horizonte, el único pensamiento arropada en mi cama. Cierro los
ojos y veo cada rasgo de su cara, el movimiento de sus manos y sus contoneos. Conocer sus sentimientos es un privilegio y compartir su alegría y energía un paraíso entre mortales. Compartir esos momentos es vivir la
felicidad.
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Nada
puede hacer que la olvide.
Cada día vive en mi, me sonríe,
me
acuna, me ama.
Sus
manos las más cálidas
sus
besos los más sonoros
mis
temores los suyos.
Lloran
mis ojos tristes
al
rememorar su tierna mirada,
ahora me
ve y ya no siente nada.
Regina Llavata i Salavert
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